JUNTO
A EL INDIO KAILASH SATYARTHI
Malala gana el Nobel de la Paz
La
adolescente paquistaní Malala
Yousafzai y
el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el
indio Kailash
Satyarthi,
han ganado el Nobel de la Paz 2014. El Comité Nobel de Noruega
les otorgó el premio "por
su lucha contra la represión de los niños y de los jóvenes y
por el derecho de todos los niños a la educación". En los
países más pobres del mundo el 60% de la población es menor de 25
años, recordó el jurado para afirmar que el respeto de los derechos
de los niños y de los jóvenes es "un prerrequisito para un
desarrollo global en paz".
"Un
honor para todos lo niños que viven en esclavitud". Así ha
definido su galardón Kailash Satyarthi, de quien el Comité
destacó su
"gran valentía personal" que, "en la tradición de
Gandhi", le
ha llevado a liderar protestas y manifestaciones, todas pacíficas,
para denunciar la explotación infantil. Se estima que en el mundo
hay alrededor de 168 millones de niños que trabajan, 78 millones
menos que en el año 2000. "Ha contribuido además al
desarrollo de importantes convenciones internacionales de los
derechos de los niños", subrayó al argumentar la concesión
del Nobel de la paz.
En
el caso de
Malala Yousafzay, que ya el año pasado aparecía como una de las
favoritas para ganar el premio,
el Comité recalcó que "a pesar de su juventud, ya ha luchado
durante varios años por el derecho de las niñas a la educación y
ha mostrado con su ejemplo que niños y jóvenes también pueden
contribuir a mejorar su propia situación". "Ella lo
hizo en las más peligrosas circunstancias. A través de su lucha
heroica se ha convertido en una portavoz líder en favor del derecho
de las niñas a la educación",
agregó el jurado. Al premiar a un hindú y a una musulmana, a
un indio y a una paquistaní, el Comité quiso también apostar por
una "lucha
conjunta en favor de la educación y en contra de los extremismos".
El
ataque
En
las bulliciosas calles de Mingora, la capital del valle de Swat, es
habitual ver a niñas con el típico uniforme escolar (salwar kameez
azul y una dupatta blanca para cubrirse la cabeza) cargando sus
mochilas a la espalda. En
2007, cuando el valle estaba bajo el control del mulá Fazlulá,
asistir a la escuela era inimaginable.
Durante el oscuro período talibán la educación fue totalmente
prohibida para las niñas. Pero en verano de 2009, el Ejército lanzó
una operación a gran escala contra el líder de los talibanes para
liberar este valle ubicado al norte de Pakistán, cerca de la
frontera con Afganistán.
Muchos
lugareños se preguntan cómo fue posible que, a plena luz del día,
dos desconocidos tirotearan la furgoneta escolar donde viajaba Malala
Yusufzai y otra docena de niñas. Desde
entonces, Swat está militarizado, tal
y como informó este diario en un reportaje. El
Ejército patrulla las calles y en cada esquina hay un puesto
militar. Muchos lugareños se preguntan cómo fue posible que, a
plena luz del día, dos
desconocidos tirotearan la furgoneta escolar donde viajaba Malala
Yusufzai, de 16 años, y otra docena de niñas.
El incidente tuvo lugar el 8 de octubre de 2012 a sólo unas calles
de la escuela de secundaria Khushal, cerca de dos puestos de control
del Ejército y un campo de cricket abandonado.
Uno
de los atacantes disparó las cuatro balas que hirieron gravemente a
Malala, a Shazia Ramazan, de 14 años, y a Kainat Riaz Ahmed, de 17.
El atentado contra las niñas turbó la paz de los habitantes de
Mingora y les recordó que la amenaza talibán persiste en Swat.
Ahora, el colegio Khushal está custodiado por tres agentes de
Policía y un guarda de seguridad. Nada más abandonar el rellano de
las escaleras está el aula de noveno grado. Junto a la puerta hay
una fotografía con todas las alumnas y, debajo, una imagen de
Malala. En la sala, situado en primera fila, hay un pupitre rojo en
el que hay escrito en la parte superior: “Malala,
clase de noveno grado”.
Tras
el ataque, la joven fue ingresada en un hospital de Rawalpindi, cerca
de Islamabad, la capital del país, donde
le extrajeron una bala que tenía alojada en el cuello,
cerca de la médula espinal. El 15 de octubre fue trasladada al
hospital Queen Elisabeth en Birmingham (Reino Unido) para programar
las cirugías reconstructivas que debían realizarle por las heridas
sufridas.Tres meses y medio después, fue dada de alta aunque
prosiguió con la rehabilitación y tuvieron que implantarle en el
cráneo una placa de titanio y también un dispositivo auditivo en el
oído izquierdo. Malala
vive desde entonces en la zona de West Midlands de Birmingham donde
su padre ocupa el puesto de agregado de educación del consulado de
Pakistán.
El
4 de febrero hizo su primera intervención pública tras el atentado
anunciando en un vídeo la creación de un fondo de ayuda para la
educación en su país. Los médicos que la atendieron cifraron
entonces en unos quince o dieciocho meses el tiempo para la
recuperación total de la joven activista. Pero, el 19 de marzo, la
BBC anunció su regreso a la escuela para realizar los estudios de
educación secundaria en el instituto Edgbaston de Birmingham.
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